sábado, 24 de diciembre de 2011

PRESENTACIÓN DE LA REVISTA DE LA JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DEL CHACO Nro. 5

Portada de la Edición Nro. 5 de la Revista
de la Junta de Estudios Históricos
del Chaco
    El día 15 de Diciembre del 2011 se realizó el acto de presentación de la edición número 5 de la Revista de la Junta de Estudios Históricos del Chaco en el local del Archivo Histórico del Chaco "Mons. José Alumni" a las 20 hs. Este ecto contó con una nutrida concurrencia y se honró con la presencia del Intendente y una Concejal de la Municipalidad de Basail, además de vecinos de esta localidad y de Puerto Bermejo y un miembro de la Embajada de Bélgica en la Argentina.
    La conducción del acto estuvo a cargo de la Profesora Belquis Van Lierde, Miembro de Número de la Junta, y los comentarios sobre el contenido de la publicación fueron hechos por la Dra. María Laura Salinas, Miembro Representante del Instituto de Geohistoria  y por el Profesor Marcos Altamirano, Vicepresidente de la Junta. Al término de las disertaciones, se procedió a entregar los premios a la Prof. Haydée Ogara, que obtuvo el Primer Premio en el Concurso sobre la Historia de los Pueblos del Chaco, y a la investigadora Inés Paula Berry, quien se hizo acreedora del Segundo Premio en este certamen organizado por la entidad. Cerró el acto esta última, quien tuvo palabras de agradecimiento para la Junta de Estudios Históricos del Chaco, para quienes la ayudaron a realizar su investigación sobre la historia de Basail, para los funcionarios municipales de esta localidad y para el representante de la Embajada de Bélgica presentes en el acto.
Momento en que el Prof. Marcos Altamirano expone sobre
los trabajos incluidos en la Revista. A su lado la Dra. María
Laura Salinas, quien también disertó sobre el contenido de
la publicación.


Repercusión periodística.

Se transcribe la reseña publicada por el Diario "Norte"de Resistencia, el 22 de diciembre de 2011:

    "Recientemente se presentó la quinta edición de la Revista de la Junta de Estudios Históricos del Chaco, que recoge trabajos seleccionados en el concurso de Historia de los Pueblos del Chaco convocado por la institución en 2009. El primer premio fue otorgado a Haydée Ogara, por su investigación Historia de Puerto Bermejo; y el segundo a Inés Paula Berry, por el trabajo: Basail, su historia y su gente. Ambos premios consistieron en la edición de las obras.
     En este número se incluyeron trabajos pertenecientes al profesor Fernando Pozzaglio sobre el Impacto de la Revolución de Mayo en la ciudad de Corrientes visto desde su Cabildo; el de Andrea Rougier sobre La encomienda en cabeza de mujeres en Corrientes durante el Siglo XVII, y el de Hugo Beck y Enrique Schaller, La Revolución de Mayo y la frontera del Chaco Argentino.
     Por su parte, las investigadoras Mariana Giordano y Patricia Méndez expusieron el trabajo La mirada de los frailes y fotógrafos a las misiones franciscanas de Chaco y Formosa. Aporte a la historia de la fotografía en el norte argentino a principios del Siglo XX.
     La tercera parte de la revista contiene las conferencias y paneles organizados por la institución en 2010 en homenaje al bicentenario de la Revolución de Mayo, temas a cargo de distintos miembros de la Junta que abarcaron una diversidad de asuntos y miradas en torno del acontecimiento. Alba Dellamea de Prieto ilustró sobre El periodismo en la época del Virreinato, Marta Sánchez de Larramendy expuso sobre La crisis del régimen indiano y Grupos de poder y partidos políticos al inicio del Siglo XIX. Marcos Altamirano acerca de Las Juntas de Gobierno en el proceso emancipador, y Ángeles de Dios Martina informó acerca de Los congresos femeninos del Centenario. Análisis de sus antecedentes, sesiones y trabajos.
      La revista constituye un aporte a la investigación de temas históricos regionales y nacionales, a su difusión y al conocimiento de asuntos interrelacionados con su quehacer. Contiene, además, diversas reseñas
bibliográficas de interés para investigadores y estudiosos. (Instituto de Cultura del Chaco, 2011, 236 páginas)

martes, 29 de noviembre de 2011

Disertación: La Gestión del conocimiento en la investigación histórica

      Los días 27, 28 y 29 de Octubre de 2011 se realizó en la Facultad de Humanidades de la Universidad del Nordeste, el ENCUENTRO DE CIENCIAS DE LA INFORMACION DEL MERCOSUR, organizado por la Carrera de Ciencias de la Información de esa casa de estudios y con el auspicio de la U.N.N.E., el CONICET y el Gobierno de la Provincia del Chaco. Convocado por los organizadores de dicho encuentro en carácter de conferencista invitado, diserté el día 28 de Octubre a las 18 hs. en el Aula Magna de la Universidad del Nordeste de Resistencia -integrando un panel de especialistas- sobre el tema: "La Gestión del Conocimiento en la investigación histórica. "
       El propósito de esta exposición fue el de brindar a los asistentes al encuentro -en su gran mayoría archivólogos y bibliotecarios- un panorama sucinto sobre la tarea que encara el investigador de la historia a partir del momento en que elige el tema a investigar y encara la selección, ordenamiento e interpretación de los documentos o fuentes en que se apoya para obtener sus conclusiones, o sea el conocimiento propiamente histórico. Valiéndome de ejemplos obtenidos a lo largo de mi propia tarea de historiador, ilustré a la audiencia sobre cuales son las dificultades e inconvenientes que se le plantean al investigador en la tarea, especialmente cuando se trata de determinar la validez de una fuente, y cuales son los errores más comunes que se cometen cuando no se guardan los recaudos fundamentales para su comprobación.         Fue ilustrativo para los asistentes poder comprobar cuales fueron algunos de los errores que se han difundido últimamente en la historia argentina, especialmente sobre la vida del Gral. San Martín, como resultado de un inadecuado manejo de las fuentes, o de obtener conclusiones a partir de fuentes manifiéstamente carentes de validez intrínseca. Lo mismo pude demostrar con respecto a la Historia del Chaco, donde en el transcurso de mis trabajos de investigación pude constatar también deficiencias o errores en la conceptuación histórica y en la valoración de sucesos, como resultado de la isuficiencia de las fuentes que se utilizaron para obtener el conocimiento de nuestro pasado.
  Finalmente destaqué en este aspecto la importancia que tienen para el investigador los archivos y bibliotecas y la ayuda que significa para su labor, el hecho de que el material documental y bibliográfico esté convenientemente resguardado y clasificado para su rápida consulta.

Disertación sobre: "La gestión del conocimiento en la
investigación histórica" el día 28/10/2011 en el
Aula magna de la Universidad del Nordeste
       

sábado, 10 de septiembre de 2011

BANDERA DEL CHACO: ORIGEN Y ATRIBUTOS


Bandera oficial de la Provincia del Chaco


       La Ley 4892 del año 2001, sancionada por la Cámara de Diputados de la Provincia del Chaco, dispuso la creación de la Bandera de la Provincia del Chaco, en virtud de que nuestra provincia era uno de los pocos estados provinciales que aún carecían de bandera, y era necesario contar con una enseña de carácter provincial que nos identifique y represente en el concierto de las provincia argentinas.
       De acuerdo con dicha ley, el Gobierno de la Provincia convocó por Decreto Nro. 1106 del 2007 a un concurso de diseños para la Bandera Provincial abierto a la participación de todos los ciudadanos residentes en el Chaco. El mismo estuvo organizado por la Subsecretaría de Cultura de la Provincia, que por Resolución Nro.789/07 constituyó el Jurado integrado por: el señor Vicegobernador de la Provincia, Dr. Eduardo Aníbal Moro, como Presidente del mismo, asesorado por la señora Subsecretaría de Cultura, Prof. María Dolores Cristofani y el señor Director de Ceremonial y Protocolo, D. Alfredo Jorge Gómez; y los señores Miembros del Jurado, el señor Presidente de la Junta de Estudios Históricos del Chaco, Prof. Marcos Antonio Altamirano; la señora Coordinadora General del Museo Histórico Regional "Ichoalay”, Dra. Delia Teresita Álvarez de Tomassone; el señor Presidente de la Asociación Argentina de Vexilología, Lic. Alberto Rubén Perazzo y el Escultor, D. Fabriciano Gómez; actuando como secretaria de actas la señora Prof. Graciela Rojo;
       Se presentaron más de 50 trabajos, y el Jurado convocado para evaluar los mismos produjo dictámen el 29 de Agosto, y otorgó el Primer Premio al diseño presentado por el Sr. Orlando Mario Gadotti.
       El Decreto del Gobierno Provincial Nro. 1795 del 12 de septiembre de 2007que oficializó la Bandera Provincial, estableció en sus considerandos:
Orlando Mario Gadotti, autor del diseño
ganador del Concurso para la Bandera del Chaco

       “…Que según los criterios y fundamentos vexilológicos, históricos y tradicionales de nuestra tierra, se eligió a la propuesta presentada por el señor Orlando Mario Gadotti, como la más representativa del Chaco por cuanto se destaca la simbología propia que identifica a la Provincia, sustentada en los colores verde, blanco y azul celeste; en el sol de color oro pleno, en el tradicional arado mancera y veinticinco estrellas color oro que lo circundan. Los colores están distribuidos en tres franjas verticales de igual tamaño, verde, blanco y azul celeste. La franja verde alude a los campos productivos de la Provincia del Chaco; simboliza también el autóctono monte chaqueño, de incalculable valor ecológico para la región, y a la esperanza siempre viva del hombre y la mujer del Chaco. Las franjas azul celeste y blanca recuerdan a los colores de la enseña nacional. Además expresan: en el color blanco al algodón, uno de los recursos económicos y productivos más importantes de la Provincia, y en el azul celeste a los ríos que abrazan y recorren. el territorio chaqueño. En el centro superior de la franja blanca se sitúa el sol de oro pleno con treinta y dos rayos flamígeros y rectos dispuestos alternadamente, igual al de la Bandera Nacional. Se simboliza en ese atributo a la argentinidad y la pertenencia a la Nación Argentina, destacándose el vínculo inalterable del federalismo. Significa también la calidez del pueblo del Chaco, distintivo inconfundible del habitante de estas tierras. En el centro inferior de la franja blanca se encuentra el arado, presente en el escudo oficial creado por Carlos López Piacentini, basado en el histórico símbolo chaqueño establecido por el General Antonio Dónovan, Gobernador del Territorio, en el año 1888. El arado posee profunda significación en la historia del Chaco. Denota el trabajo y el esfuerzo que cimentaron la riqueza de la Provincia y convierte a esta bandera en la única que posee tal atributo. Las veinticinco estrellas color oro que circundan al arado representan a cada uno de los departamentos que integran la división política provincial. Cada una de ellas brilla con luz propia, con las mismas dimensiones y sin preeminencia de una sobre otra. Se indica así la conformidad de un conjunto en unidad y concordia, y simboliza el eje organizador del desarrollo integral del Estado Provincial, cuya identidad se consolida a partir de la pluralidad cultural que aúna en un destino común a criollos, inmigrantes y pueblos originarios;…”
Acto de presentación de la Bandera del Chaco en el Salón
Obligado de la Casa de Gobierno. 19 de Setiembre de 2007

       El día 19 de Setiembre de 2007 fue presentada la bandera por las autoridades de la Provincia en un acto solemne, fecha que quedó consagrada como Día de la Bandera Provincial por ley Nro. 6.400/7 de la Cámara de Diputados de la Provincia del Chaco.

martes, 6 de septiembre de 2011

FUNDACIÓN DE PRESIDENCIA ROQUE SÁENZ PEÑA - CHACO (*)

La Fuerza de Operaciones en el Chaco
La presencia del Ejército de Línea contribuyó a la
fundación de Pcia. Roque Sáenz Peña
   Presidencia Roque Sáenz Peña, la segunda ciudad en importancia del Chaco y el principal centro algodonero en el país, se fundó en el marco de la última campaña efectuada por el Ejército Argentino en el Chaco Austral. En 1911 se creó la Fuerza de Operaciones en el Chaco, cuyo mando le fue confiado al Coronel Enrique Rostagno. Su objetivo era eliminar la "frontera interior" con el aborigen, consolidar la línea de fortines sobre el Bermejo, establecida al finalizar la Campaña Victorica de 1884, y llevar la ocupación efectiva del Chaco Central hasta el límite con el Paraguay en el Río Pilcomayo. También constituía un objetivo de las autoridades, someter a las últimas tribus aborígenes que aún se mantenían hostiles y fundar pueblos estratégicamente ubicados en el interior del Chaco y Formosa. Las fuerzas se componía de una División de Caballería con los Regimientos 5, 6, 7 y 9, los que debían operar desde Presidencia Roca, Tostado, Resistencia y Formosa respectivaente.
Familia toba. Los pueblos originarios fueron
incorporados como mano de obra en las
cosechas o en los obrajes

     Paralelamente la construcción del Ferrocarril que debía unir a Barranqueras con Metán (Salta), en cumplimiento de la Ley 5559 de 1908, llamada de Fomento de los Territorios Nacionales, fue otro de los factores que incidieron decisivamente en el surgimiento de las principales ciudades y colonias del centro y del sudoeste chaqueño, en especial de Pcia. Roque Sáenz Peña. Efectivamente, a impulsos de este ferrocarril y del desarrollo de otros medios de comunicación, como el fluvial, entre los años 1909 y 1916 surgieron en el Chaco las colonias agrícolas de Colonia Uriburu en 1911, Presidencia Roque Sáenz Peña en 1912, Rivadavia en 1916, El Zapallar en 1909 y Pcia. Roca en 1912, estas últimas sobre el Bermejo. El ferrocarril debía financiarse con la venta de las tierras por donde cruzaba la línea ferroviaria, destinándose para ello unas 650.000 hectáreas  que así quedaron libradas a la colonización agrícola y lejos de la voracidad del latifundio.

El Kilómetro 173 del Ferrocarril Central Norte.

La llegada del Ferrocarril favoreció la colonización
del interior chaqueño

    El 6 de Caballería avanzó desde el Fortín Tostado (Pvcia. de Santa Fe) en Septiembre de 1911, internándose en el Chaco en dirección al Norte - Noreste. Estaba al mondo del Teniente Coronel Pedro Amarante, quien después de fatigosas marchas llegó el 21 del mismo mes al Km. 177 del ferrocarril en construcción que uniría Barranqueras con Metán (Salta). A poco de llegar a ese punto fue reemplazado por el Comandante Carlos D. Fernández, quien consideró inadecuado el lugar para la fundación de una población. En su lugar, y luego de una cuidadosa exploración, eligió una planicie alta cubierta de buenos pastos para la caballería, situada junto a las vías del ferrocarril; allí acampó con sus tropas a la espera de nuevas instrucciones, después de informar detalladamente a sus superiores de la exploración realizada. El sitio elegido se encontraba a l altura del Kilómetro 173 de la línea férrea.
    De acuerdo con este informe y con los remitidos por los jefes de los distintos regimientos que estaban operando en el Chaco y Formosa, el Presidente Roque Sáenz Peña dictó el decreto del 8 de Febrero de 1912 por el cual dispuso la fundación de cinco pueblos en los siguientes puntos: "Nuevo Pilcomayo", "Pozo de Fierro", "Presidencia Roca", "Kilómetro 521" (de la línea férrea Formosa-Embarcación), y "Kilómetro 173" (de la línea férrea Barranqueras-Metán).


Comandante Carlos D. fernández
fundador de 'Pcia.Roque Sáenz Peña

Trazado y fundación de Pcia. Roque Sáenz Peña.
    El Comandante Fernández ordenó al Teniente Primero Estanislao López (nieto del prócer santafesino) efectuar la delineación y mensura del pueblo, tarea que éste efectuó con precisión a pesar de contar con elementos muy precarios para dicha tarea: un rollo de alambre, un anteojo de campaña, una brújula y una varilla colocada sobre una plancha de madera en forma vertical. Se efectuó así el primer trazado de 100 manzanas de cien metros por lado, divididos a su vez en cuaatro solares cada una de 50 metros de lado. Se reservaron 7 manzanas y dos solares con destino a plazas y edificios públicos. Esta tarea  fue aprobada por los ingenieros militares que llegaron posteriormente y que no encontraron errores en el trazado. Previamente se había producido el hallazgo de agua potable después de una afanosa búsqueda, con gran alivio para la tropa y regocijo del jefe, pues dicho elemento era vital para permanecer en dicho paraje.
    Con estos históricos trabajos se fundó la nueva población el 1ro. de Marzo de 1912. El Comandante Fernández dispuso la fundación del pueblo con el nombre de "Km. 173",  pero la tropa y los primeros pobladores que llegaron al lugar comenzaron a llamarlo "Pueblo de la Picada Sáenz Peña". Con este antecedente y por iniciativa del Comandante Fernández, el nuevo asentamiento recibió el nombre de "Presidencia Roque Sáenz Peña", después de una visita que hiciera al Presidente de la República a fin de interiorizarlo de los pormenores de la campaña y conseguir su anuencia para dicha denominación. Una Resolución del Ministerio de Guerra del 24 de Octubre de 1912, oficializó ese nombre para la que es hoy la principal ciudad del interior de la provincia del Chaco.

Los primeros pobladores y colonos.
    El mismo día de la fundación de Pcia. Roque Sáenz Peña el Comandante Fernández hizo entrega de los títulos precarios de lotes de tierra a los seis primeros pobladores que llegaron por ferrocarril desde Resistencia. Estos eran de nacionalidad española y se trataba de: Miguel, Juan y Ricardo Vargas Giménez, Pedro Gómez Parra, Angel Rascón y José Ibáñez Castillo. En los meses posteriores se fueron agregando otros pobladores; algunos venían del sur, otros de colonias vecinas y otros procedían del extranjero. Ante el número creciente de pobladores que llegaban para radicarse, fue necesario ampliar muy pronto el ejido de la localidad.



Los primeros seis colonos de Pcia. Roque Sáenz Peña

     La siembra del algodón cuyo desarrollo en el Chaco está estrechamente unido al destino de Pcia. Roque Sáenz Peña, tuvo su primera manifestación en el año agrícola de 1912-1913, es decir casi inmediatamente al momento de su fundación. El primero que ensayó su cultivo con resultados satisfactorios fue el poblador Francisco Aguado Baños. Esto lo llevó a repetir la experiencia al año siguiente, acompañado de otros colonos que se sumaron a la gesta algodonera y marcando así desde sus orígenes el futuro económico de la zona.

 
Los comienzos de la educación.
      La escuela pública nació practicamente con el pueblo. Con la llegada de nuevos pobladores y ante el aumento de la población en edad escolar, se hizo evidente la necesidad de un ámbito donde se pudiera impartir la enseñanza de las primeras letras. Esta tarea la asumió desinteresadamente la Sra. Ana B. de Pibernus, quien sin tener título docente pero con sincera vocación educadora, comenzó a recibir niñas en su domicilio para brindarles instrucción elemental, sin percibir retribución alguna. Mientras tanto, el Comandante Fernández inició con la colaboración de los vecinos la construcción del local escolar, edificio de paredes de barro, techo de zinc y piso de ladrillo, a cuyo amparo se iban a dictar las clases para los primeros alumnos de ambos sexos. El acto inaugural se hizo el 15 de Junio de 1913 con la presencia del Comandante Carlos D. Fernández y de todo el pueblo convocado para ese acontecimiento. El Presidente de la Comisión de Vecinos, Francisco Pibernus hizo entrega del edificio a las autoridades y quien iba a ser el maestro voluntario, el soldado del Regimiento 6 de Caballería de Línea Edmundo E. Podestá, presentó a los primeros 115 alumnos de ambos sexos a quienes formuló algunas preguntas en la pizarra, en carácter de clase inaugural. La Señora de Pibernus continuó sirviendo a la comunidad y en su carácter de Presidenta de la Asociación de Beneficencia desde 1932, logró la construcción del edificio del Cotolengo.
      Al retirarse el Regimiento 6 de Caballería en 1913, el soldado Podestá debió retirarse también y la escuela quedó sin su maestro hasta el año siguiente. Pero la semilla ya estaba lanzada y el 27 de Febrero de 1914 la escuela fue incorporada al Consejo Nacional de Educación con el Nro. 31. A los pocos días recomenzaron las clases con la dirección del Sr. Aurelio Vega y con la colaboración de su esposa.

Se inicia la vida municipal.
Cosecha manual del algodón

      Ante el crecimiento de la población y la necesidad de constituir las autoridades locales para atender los requerimientos más acuciantes de la localidad, el Comandante Fernández estimuló la creación de la primera Comisión de Fomento, la cual quedó formada el 8 de junio de 1913. Con el apoyo material del vecindario y de la mano de obra de los soldados del regimiento, se concretaron las primeras obras públicas. En 1923 cuando la población superó los1.000 habitantes establecidos por la Ley 1532 para la creación del municipio,  el Poder Ejecutivo Nacioal dispuso la creación de la Municipalidad por Decreto del 16 de Noviemre y se realizaron las primeras elecciones municipales. Los primeros Concejales electos fueron: Luis Benítez, Joaquín Fortuny, Marcos Mehaudy, Eutimio oviedo y Juan de Maddalena. Con los recursos financieros que se obtuvieron de los primeros tributos municipales, se pudo comenzar a atender los primeros servicios fundamentales que reclamaba la población. Al mismo tiempo, el vecindario comenzó a realizar su aprendizaje cívico en medio de las luchas electorales y rivalidades políticas, con la intervención de los partidos: Socialista, Radical, Unión Popular y La Liga Comercial, Agrícola e Industrial de Sáenz Peña, movimiento éste último de carácter netamente local.


Peones criollos labrando troncos de quebracho
en un obraje del interior del Chaco
 
Su desarrollo económico.
    A partir de la década de 1920 Pcia. Roque Sáenz Peña, convertida ya en el centro de una colonia numerosa, comienza a desplazar a otros pueblos en importancia comercial e industrial. En 1923 se constituyó la Liga Comercial, Agrícola e Industrial de gran incidencia en la vida social y económica de Sánez Peña. Esta institución gestionó ante las autoridades del Territorio y de la Nación, la solución de los múltiples problemas que planteaba el crecimiento económico de la colonia. Así logró en 1924 la inauguración de una sucursal del Banco de la Nación. Esta institución era muy necesaria por cuanto Sánez Peña se había convertido ya en el eje del desarrollo de otras localidades del centro chaqueño que canalizaban su producción hacia este centro de comercialización. De ese modo, muchos trámites de carácter económico o financiero que hasta ese momento debían realizarse en Resistencia, podían ya efectuarse en esa ciudad evitando los penosos e inseguros viajes hasta la capital del Territorio. Para ese año ya funcionaban cuatro desmotadoras de algodón que recibían la fibra de la colonia circundante y de otras localidades vecinas.

Antigua desmotadora de algodón empleada en los comienzos
del ciclo algodonero
      Los problemas derivados de la comercialización de sus productos, especialmente del algodón, movieron a los colonos a nuclearse en defensa de sus intereses. Así nacieron: la "Cooperativa Agrícola Ltda. de Presidencia Roque Sáenz Pèña, Chaco", el 11 de Junio de 1925 y varios años más tarde, el 19 de enero de 1930 se fundó la que después sería: la "Cooperativa Agrícola El progreso Ltda." y el 7 de Febrero de 1937 cobró vida la "Cooperativa Agrícola La Unión Ltda". A través de estas cooperativas, los agricultores nucleados en ellas no sólo pudieron comercializar con más seguridad y ventaja su producción, sino que pudieron instalar sus propias desmotadoras y centros de comercialización. De ese modo, el movimiento cooperativista, de tanta incidencia en el desarrollo económico del Territorio Nacional del Chaco en esos años, tuvo en Pcia. Roque Sáenz Peña uno de los centros de mayor desarrollo y protagonismo.

Inmigrantes procedentes de Europa Oriental arribados al
Chaco
 La nueva corriente inmigratoria.
     Entre los años 1915 a 1930 llegó al Chaco una nueva afluencia de inmigrantes. En este caso fueron de origen europeo-oriental y asiático: yugoeslavos, checoeslovacos, polacos, turcos, rusos, sirio-libaneses, alemanes, suizos, búlgaros, montenegrinos, ucranianos, etc. La mayoría de ellos se extendieron por las colonias agrícolas del centro y sudoeste del Chaco. Muchos grupos pertenecientes a estos orígenes se radicaron en Sáenz Peña y sus colonias cercanas. Así es como desde 1917 comienzan a formarse las primeras asociaciones que los nuclean por colectividades, en un intento por perpetuar en la propia memoria y en la de sus hijos las tradiciones nacionales, las costumbres, el idioma y la música de sus orígenes.
     Por su parte los hijos del país, tanto criollos como pertenecientes a los pueblos originarios, quienes no se vieron favorecidos por la entrega de tierras ni por ninguna política de integración, se fueron incorporando a las duras tareas de los obrajes, como arrieros o peones en las explotaciones agropecuarias, como mano de obra en la cosecha algodonera, o como personal de las primeras industrias que comenzaron a surgir.
(*) En homenaje y recuerdo del escritor saenzpeñense, compañero y amigo: RAÚL OSCAR LÓPEZ.
 BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Archivo Histórico del Chaco. Adhesión al Hemicentenario de la fundación de la ciudad de Presidencia Roque Sáenz Peña. Resistencia, 1962.

Un fortín en el interior del Chaco

López, Raúl Oscar. Historia de la ciudad de Presidencia Roque Sáenz Peña. T. I. Resistencia, Impresín, 2002.
Maeder, Ernesto J. Historia del Chaco. Buenos Aires, Plus Ultra, 1996.
Altamirano, M., Dellamea de Prieto, A., y Sbardella, C. Historia del Chaco. Resistencia, Cosmos, 1994.
Altamirano, M., Sandoval, B. y Quiroga, O. Efemérides Nacionales y de la Provincia del Chaco. Resistencia, Yatay,1987.
Polich de Calvo, Lidia. Hombres y mujeres que hicieron Chaco. T. I. Encarnación, Parguay, Imprecop, 1996
El Chaco de 1940. Comisión Organizadora de la Primera Gran Exposición del Territorio Nacional del Chaco. Buenos Aires, Kraft, 1941.






jueves, 25 de agosto de 2011

PUEBLOS ORIGINARIOS DEL CHACO: PARTE III

Rasgos etnográficos.

Familia toba del Gran Chaco a fines del S. XIX
    Se describirán los rasgos culturales que portaban los pueblos de la región chaqueña desde sus primeros contactos con los europeos en el Siglo XVI hasta su total sometimiento entre fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX. Estos rasgos se fueron modificando a lo largo de esos siglos, tanto por la influencia de otros pueblos como por el brutal impacto que significó para estos grupos originarios la pérdida de sus territorios y su ambiente natural a manos de la sociedad occidental. Pero una parte de estos hábitos, creencias y costumbres se mantienen en los grupos actuales, conviviendo con otros rasgos de la sociedad criolla que la necesidad les obligó a incorporar a su cultura.

Economía y subsistencia.
    La base de la economía de los pueblos chaquenses estaba dada por la recolección de frutos silvestres, la caza y la pesca. La agricultura se practicaba de manera rudimentaria y en poca escala. Algunos pueblos estaban condicionados por el medio en que habitaban. Por ejemplo: los wichis que vivían en los bosques practicaban la caza en forma predominante, y los que moraban en las riberas de los ríos se dedicaban a la pesca durante todo el año.
    Los frutos silvestres preferidos eran la algarroba -de la cual extraían su principal bebida-, el chañar, el molle, la tusca, frutos de tuna, porotos del monte, tasi, diversas raíces y cogollos de palmera. La labor de recolección era practicada por las mujeres, quienes exploraban sistemáticamente los alrededores de la toldería hasta una distancia de una jornada. La algarroba que madura entre noviembre y febrero era su principal alimento, pues este período junto con el de la pesca entre abril a junio, constituían la época de mayor abundancia de alimentos.
    Una parte de la algarroba recolectada en la época de fructificación se almacenaba en trojas que construían junto a las viviendas, en previsión de los períodos de escasez. Los Wichis eran muy aficionados a la miel silvestre de la cual conocían 16 clases distintas. Los Mocobíes, por su parte, recogían grandes cantidades de langostas a las que consumían tostadas al fuego o cocinadas en una olla con agua.
     El seminomadismo que practicaban estos pueblos se debe en gran parte a la necesidad de trasladarse a los lugares donde en una época del año abundaba determinado fruto recolectable según la época de fructificación. O bien, el agotamiento de un recurso en un lugar los obiligaba a desplazarse a otra zona del territorio que constituía su hábitat.

Mocobíes cazando pecaríes según el P. Florian
Paucke (S.XVIII)

La caza.
     La caza era una actividad común y de gran predicamento entre los pueblos chaquenses. No olvidemos que el nombre Chaco deriva de la voz quichua "chacu" que siginifica "territorio de cacería".   La caza se efectuaba en forma individual o colectiva y puede decirse que no tenía una época determinada. En toda familia había siempre un miembro que se dedicaba permanentemente a esta faena.
     Las carnes más preciadas eran las del ñandú, el tapir, el venado, la corzuela y el pecarí. Poseían diversos métodos de cacería. Para la del ñandú empleaban un disfraz consistente en un armazón cónico de hojas y ramas que les permitía acercarse a la presa sin ser descubiertos hasta tenerlos a tiro. Además, utilizaban el fuego para encender los pastizales y obligarlos a dirigirse hacia donde los acechaba el cazador. Los Mocobíes eran muy afectos a la caza de los pecaríes, los cuales eran acorralados con la ayuda de los perros y luego ultimados a golpes de macana.
     Las armas utilizadas para la caza eran por lo general el arco y la flecha, además la lanza y la macana o maza de madera. Los arcos eran de sección rectangular y las cuerdas eran de tiras de piel trenzadas. Las puntas de flecha eran originariamente de madera endurecidas al fuego o de huesos de animales aguzados, pero posteriormente se usó el hierro por comercio con los blancos. También se usaban trampas consistentes en lazos de cuerda accionados por varas flexibles.


Aborígenes pescando en el Pilcomayo

La pesca.
     La pesca ocupaba un lugar importante en la economía de aquellos pueblos que habitaban las riberas de los grandes ríos como el Bermejo o el Pilcomayo. Su práctica se efectuaba de diversas maneras. Por medio de un arpón que consistía en una vara larga de varios metros, en cuyo extremo estaba atada una varilla en la que descanzaba flojamente el arpón, hecha del extremo agudo de un cuerno de vacuno. Esta punta se hallaba sujeta a la mano del pescador por medio de una cuerda que corría a lo largo del palo. Una vez arrojado el artefacto, el arpón se clavaba en el pez y se desprendía del palo. El pescador podía entonces recoger la pieza por medio de la cuerda.
     En cuanto a la pesca con red, consistía en atar por los extremos dos varillas largas y flexibles de las que pendía la red. El pescador se sumergía en el río y cuando sentía haber atrapado a uno o varios peces  la retiraba del agua. La pesca colectiva o en grupo se hacía mediante un cierto número de hombres que ubicados en fila desplegaban una red y avanzaban en sentido contrario a la corriente. Sumergían la red y luego de recorrer un trayecto se cerraban sobre la orilla y acorralaban a gran cantidad de peces que atrapaban y los arrojaban a la costa. En el Pilcomayo y el Bermejo todavía se practican estos métodos de pesca.

Vivienda aborigen enla zona del Impenetrable

La agricultura.
    La agricultura era una actividad secundaria entre los chaquenses. Su conocimiento les vino por contacto con otros pueblos que lo practicaban como los Lule-vilelas por el Oeste y los Guaraníes de la cuenca de los ríos Paraná y Paraguay por el Este. Por eso los grupos más sensibles a esas influencias eran los Wichis y los Pilagás del ángulo Noroeste de la región chaqueña.
     Las áreas de cultivo eran pequeñas, pues no pasaban de 15 metros de largo por 6 de ancho y estaban ubicadas en lugares recónditos o bien protegidos por cercos de ramas espinosas. Los hombres eran los encargados de la plantación y del cuidado de la huerta, y las mujeres de la cosecha. La siembra se efectuaba por medio de hoyos pracitcados en la tierra con palas de madera. No se utilizaba el riego, la extracción de maleza y la remoción de la tierra.
     El producto era consumido por la familia que sembraba compartiéndolo con algunos amigos, y su volumen alcanzaba para suministrar alimento durante algunas pocas semanas al año. Las especies más cultivadas eran el maíz, el zapallo, las calabazas y el tabaco.

Pipas chaquenses construidas en madera y hueso

La vivienda y el mobiliario.
     Según las antiguas crónicas, la vivienda de los pueblos Guaycurúes conistía simplemente en dos esteras desarmables y portables que utilizaban como paravientos. Este tipo de vivienda que no desapareció del todo hasta épocas relativamente recientes, fue reemplazado por otro consistente en armazones de ramas cubiertos con paja, de planta ovoide de 2 a 3 metros de ancho por 15 metros de largo. Los Wichis, por su parte, construían chozas hemisféricas cupulares de planta circular de 2 a 3 metros de diámetro. Mientras que en los Guaycurúes cada unidad podía albergar de 20 a 30 individuos y todas se agrupaban en semicírculo o en línea recta, entre los Wichis cada vivienda albergaba a una sola familia y el conjunto no guardaba orden alguno. Entre el grupo de chozas quedaba siempre un espacio libre donde jugaban los niños, se realizaban los bailes tribales y en ocasiones las borracheras colectivas.
     El armazón de las vivienda en ambos pueblos consistía tradicionalmente en ramas encorvadas que se cubrían con paja, dejando un espacio abierto para la entrada. Posteriormente se adoptó, tal vez por vía de préstamo cultural, el caballete como elemento principal, sobre el cual se asentaba el ramaje o la paja.
Familia Toba junto a su vivienda. Foto
Museo Ichoalay.
     El moblaje era precario. Bolsas de fibra de caraguatá conteniendo utensilios pendían de horquetas enclavadas en el piso. la cama era un cuero tendido en el suelo; vasijas de barro que contenían agua colgaban del techo o de las ramas que lo sostenían, o bien se amontonaban en un rincón. Las armas se acomodaban entre las pajas de la techumbre. Por influencia de los Chiriguanos, algunas trius del Chaco occidental usaron el taburete de madera liviana para sentarse. Esta precariedad estaba explicada por el hábito seminómade de estas tribus, ya que estos elementos debían ser transportados en los frecuentes traslados de un sitio a otro.

Joven mujer Maccá del Chaco Paraguayo
con tatuajes faciales

Vestimentas y adornos.
     La vestimenta típica usada tanto entre los guaycurúes como entre los wichis desde épocas muy antiguas era el manto de pieles de origen patagónico. Consistía en varios cueros de nutria, venado o zorros cosidos entre sí con el pelo hacia dentro y la parte exterior decorada con figuras geométricas negras y rojas. Por influencias andinas fue usado el manto de lana especialmente por los hombres. Esta prenda se llevaba sujeta por una faja de lana tejida. Las mujeres por su parte usaban un trozo de piel sujeta por un cinturón del mismo material. Posteriormente esta prenda fue confeccionada con tejidos de lana, de fibras de caraguatá o algodón.. Entre los wichis también era común el uso de una camiseta tejida al "crochet"con fibras de caraguatá. Completaban la vestimenta de estos pueblos vinchas de color, aderezos de plumas en la cabeza y en los tobillos, además mocasines de uso frecuente entre los Pilagás, y la ojota de cuero de vaca o tapir de origen andino.
     Eran muy aficionados al tatuaje facial y a las pinturas corporales. Entre sus adornos característicos se contaba el tarugo cilíndrico en el lóbulo de la oreja y el barbote en el labio inferior, también llamado "tembetá" (barbilla) por los guaraníes. El tatuaje facial y el uso de collares de conchillas era común a ambos sexos.


Madre aborigen, según Palavecino.
 Industria cerámica y textil.
      La alfarería y el trejido constituían las principales artesanías de los chaquenses, aunque también practicaban y aún practican la cestería y la talla en madera. Todas estas artesanías son practicadas actualmente por todos los grupos de la región y son los elementos culturales que más se han difundido en la sociedad criolla. Una feria anual en la ciudad de Quitilipi reúne a artesanos de toda la región chaqueña.
      La alfarería estaba muy difundida entre los Wichis, Pilagás y Mocovíes, aunque también la practicaron los Tobas. Las mujeres generalmente eran las encargadas de esta tarea. Empleaban el procedimiento del rodete en espiral, fabricaban piezas de forma subglobular de amplio cuerpo y cuello estrecho, con dos asas pequeñaspor donde pasaba el hilo que servía de sostén. También fabricaban piezas en forma de escudilla, ollas, cántaros de boca ancha y vasos globulares. Aunque la decoración no era frecuente, cuando la utilizaban consistía en impresiones dactilares o con la aplicación de series de pequeñas bolitas cuando la arcilla estaba aún húmeda.
      La técnica más antigua de tejido era la empleada con las fibras del caraguatá o chaguar. Una vez extraída ésta de la hoja mediante golpes con un palo, se retorcía en cordones de distintos grosores según los tejidos a confeccionar. Estos se realizaban al "crochet" fabricándose bolsas, las "yicas", o camisas. El empleo de hilos teñidos con tinturas obtenidas de distintas plantas y de la corteza de algunos árboles, facilitaban la obtención de dibujos decorativos de carácter geométrico. Los Wichis eran y aún son muy hábiles en esta técnica textil. El telar utilizado era de factura muy simple y su procedencia parece ser andina. Con este elemento confeccionaban ponchos y fajas de fina hechura con dibujos de gran tamaño muy variados, utilizando preferentemente la lana.


Mujer aborigen modelando cerámica.
 Organización social y gobierno
      La familia era de base monogámica aunque el cacique acostumbraba a tener varias mujeres de distinta edad. La mujer tomaba generalmente la iniciativa en las relaciones amorosas con el hombre, y. pese a que no le estaba vedada la vida sexual antes del matrimonio, una vez casada permanecía por lo general fiel al marido. Entre los Abipones se practicaba el casamiento por compra y entre los Tobas era común que el pretendiente se presentara en la casa de la pretendida mostrando los productos de su caza, para demostrar que podía mantener a una mujer.
      La educación del niño estaba destinada a prepararlo para la vida adulta. Con ese fin el varón aprendía el manejo de las armas y la práctica de la caza y de la pesca, acompañando a partir de cierta edad al padre en estas actividades; así se fortalecía para soportar los rigoes del medio y las privaciones. La niña acompañaba a su madre a todas partes y aprendía a realizar las tareas domésticas de la tribu.


Cacique Mocobí con vestimenta típica
según el P. Florián Paucke (S.XVIII)
       La organización social de los chaquenses era de carácter tribal y la jefatura recaía en un cacique hereditario. No obstante su estructura no era muy rígida pues el cacique ostentaba en tiempo de paz un poder muy limitado. Todas sus decisiones debían ser consultadas previamente con un consejo de jefes de familia. Unicamente cuando se decidía una incursión bélica contra otra tribu o cuando había que defenderse de un ataque, el cacique aumentaba su autoridad y hasta podía dar muerte a quien se mostrase temeroso en el combate o no respetase sus órdenes. La sucesión recaía en el hijo mayor o periente cercano del cacique, pero siempre que fueran considerados aptos para ejercer el gobierno. Eran condiciones esenciales para ser cacique conocer los mejores lugares de caza y pesca y demostrar habilidad y arrojo en los combates.
      No existía la propiedad privada como la conocemos en la sociedad occidental. La propiedad de la tierra era comunitaria, las tribus se distribuían los respectivos terriorios de caza y se compartían comunitariamente las piezas obtenidas durante esa actividad.


Dibujos chaquenses sobre calabazas, según
Dick Ibarra Grasso
 Creencias religiosas.
      La religión de todos estos pueblos era de carácter animista, es decir creían que un "'ánima" habitaba en todos los seres y cosas. Los Tobas creían en un ser superior al que llamaban "Ayaic", "Paiyac" o "Payack".a quien recomendaban la protección de las almas. Más que un Ser Supremo, como se concibe a Dios en otras religiones, se trataba de un espíritu protector. Antonio Serrano crée que se lo puede identificar con el "Ahar-agichi" de los Abipones del Siglo XVIII, del cual nos dice Dobrizhoffer que era llamado cariñosamente "abuelito" y estaba representado en el cielo por las Pléyades o constelación de los Siete Cabritos.

Collar de conchillas usado por los chaquenses
       La mayoría de los autores sostiene que los Wichis poseían la idea de un ser supremo, aunque esta idea no estaba bien definida. En cambio creían que el mundo celeste estaba habitado por un conjunto de dioses buenos y malos a quienes daban el nombre de "aittah". De este conjunto distinguían a uno más benigno y de mayor jerarquía, a quien llamaban "aittah-talac" o "el viejo". Creían además que el mundo terrenal estaba habitado por los "ahots" que moraban en los cementerios o cerca de donde vivía la gente. Según esta creencia, cada hombre o mujer llevaba encarnado  en vida un espíritu o aoot, que después de su muerte moraba bajo tierra y salía por las noches a recorrer los lugares que había frecuentado el difunto, como lo afirma Amadeo Baldrich.
      Los intermediarios entre los seres superiores y los hombres eran los shamanes o hechiceros que tenían gran autoridad dentro de la tribu. Ejercían la medicina mediante prácticas mágicas y extraían el maleficio que se había apoderado del cuerpo cuando había una enfermedad, mediante exorcismos. Aunque no adoraban a los astros creían en la acción benéfica de la luna en ciertas actividades, por lo cual realizaban bailes ceremoniales para invocarlos. Creían en la existencia del más allá o de la vida después de la muerte como se dio en todas las culturas aborígenes de América. Por ello sepultaban a sus muertos en posición fetal y acompañado de un ajuar funerario. Los Wichis sepultaban a sus caciques o personas principales de la tribu en plataformas ubicadas en los árboles. Posteriormente retiraban los huesos y los enterraban en una fosa.Todas estas creencias fueron profundamente modificadas por la introducción moderna de cultos protestantes pertenecientes a iglesias evangélicas y luteranas.

Mujer wichi con botijo
según Palavecino
       Para explicar el origen del mundo, del hombre, de los animales y de todas las cosas se valían de mitos y leyendas que eran relatados por los más ancianos de la tribu, que pasaban así a ser los depositarios de la tradición tribal. Un mito toba relata que con motivo de un gran fuego que arrasaba la tierra, una hechicera escondió por orden de Dios a todos los hombres y mujeres en las profundidades de la tierra. Una vez pasado el fuego ordenó a todos que salieran con los ojos cerrados. Aquellos que no lo hicieron así se convirtieron en los animales que pueblan la tierra. Según un mito de los Wichis sobre el origen de los hombres, de las cuatro parejas que salieron de la cueva del escarabajo salieron las cuatro parcialidades que integran la población wichi.


Adorno tejido con lana de los chaquenses
Según Antonio Serrano









FUENTES CONSULTADAS.
BALDRICH, Amadeo. El Chaco Central Norte. Buenos Aires, Peuser, 1890
CANALS FRAU, Salvador. Las poblaciones indígenas de la Argentina. Buenos Aires, Sudamericana, 1973.
.
DOBRIZHOFFER, Martín S. J. Historia de los Abipones. T. II. Resistencia, Fac. de Humanidades, U.N.N.E, 1968.
FONTANA, Luis Jorge. El Gran Chaco. Buenos Aires, Solar-Hachette, 1977.
IBARRA GRASSO, Dick. Argentina Indígena y prehistoria americana. Buenos Aires, T.E.A., 1967
LOS GRUPOS ABORÍGENES.  En la Custodia Provincial de de Misioneros Franciscanos en Salta. Cuadernos Franciscanos. Salta, Convento de San Francisco, 1977.
MARTÍNEZ SARASOLA, Carlos. Nuestros paisanos los indios. Buenos Aires, Emecé, 1992
MIRANDA, Guido. El Paisaje Chaqueño. 2a. edic. Resistencia, Consejo Gral. de Educación de la Provincia del Chaco, 1961

MIRANDA BORELLI, José. Etnohistoria del Chaco. Resistencia, Región, 1976.

Artesana aborigen tejiendo con fibras de chaguar

MIRANDA, José. y ALTAMIRANO, Marcos. Los aborígenes del Chaco. En: Aportes para la Historia del Chaco. Resistencia, Biblioteca El territorio, 1968.
PALAVECINO, Enrique. Las culturas aborígenes del Chaco. En: HistoriPAa de la Nación Argentina, Vol. I, 2a. Ed. Buenos Aires, El Ateneo, 1943
SERRANO, Antonio. Los aborígenes argentinos. Síntesis etnográfica. Buenos Aires, Nova, 1947
TOMASSINI, Gabriel. La civilización cristiana del Chaco. 1a. Parte. Buenos Aires, Librería Santa Catalina, 1947
    
   

domingo, 21 de agosto de 2011

PRESENTACIÓN DE LA OBRA "CHACO, SU HISTORIA EN CIFRAS"


  Por invitación del economista Orlando Ferreres tuve el honor de participar en la obra "Chaco, su historia en cifras" editada por la Fundación Norte y Sur y el Consejo Federal de Inversiones, con el comentario "Panorama Histórico del Chaco" Lo que sigue es la crónica de la presentación del libro el 8 de Agosto como parte de los actos celebratorios del 60 aniversario de la Provincialización del Chaco.


Diario "NORTE" Resistencia, Chaco.

Locales
Chaco en cifras: una compilación inédita de las estadísticas provinciales históricas
Martes, 09 de Agosto de 2011 - Publicado en la Edición Impresa

El economista Orlando Ferreres y la directora del proyecto Marta Barros, junto al gobernador Jorge Capitanich, presentaron ayer en sociedad el libro “Chaco, su historia en cifras”, una obra que en 580 páginas conforma una base de datos históricos, con estadísticas sociales, económicas, financieras, fiscales e institucionales de la provincia.

Se trata de una iniciativa inédita, ya que el Chaco es la primera provincia que realiza una compilación estadística de este tipo.
Fue una de las múltiples actividades para celebrar el 60º aniversario de la provincialización del Chaco. En el Salón Obligado, tras descubrir varias placas alusivas al aniversario de la provincialización, el primer mandatario provincial acompañó la presentación del libro que contiene varios capítulos en los que colaboran personalidades de renombre. Además del aporte del gobierno de la provincia, el trabajo fue posible gracias a las tareas de la Fundación Norte Sur y del Consejo Federal de Inversiones (CFI), que estuvieron a cargo del procesamiento de la información y el financiamiento, respectivamente.
“Se buscó elaborar un sistema de información y cifras que permita identificar series de estadísticas históricas, y compilarlas y condensarlas en un texto que sirva de base para una actualización periódica y sistemática”, explicó Capitanich.

Un método homogéneo
Las primeras secciones de la obra están dedicadas a estadísticas internacionales y nacionales, que dan marco a la tercera sección, destinada a los datos provinciales. En el ámbito provincial, y en comparación con el resto del país, se detallan estudios y procesos en demografía, condiciones de vida, salud y educación (población, pueblos originarios, tasas de mortalidad, empleo, atención médica, matrícula escolar, establecimientos educativos, docentes, etcétera).
También el libro menciona datos sobre la administración pública (presupuestos, recaudación, cargos públicos, estadísticas electorales), el sistema de cuentas provinciales (producto geográfico bruto, exportaciones, unidades productivas), la producción (actividad agropecuaria, forestal, industrial, construcción, infraestructura), la intermediación financiera (actividad bancaria, depósitos y préstamos) y los precios (índices, exportaciones, entre otros).
Al dar cuenta de la relevancia del material recopilado, Ferreres explicó que sirve para “dar una continuidad adecuada en materia de cifras, poder observar y mantener una larga duración en materia de estadísticas y tener un conjunto de series de datos aceptados por todos”.
Así también valoró que con la información contenida en el libro “todas las personas o instituciones podrán disponer objetivamente de una información homogénea actualizada para tomar decisiones o efectuar una interpretación de la historia chaqueña”.

Más de 1300 series estadísticas
“Chaco, su historia en cifras” cuenta con 1382 series estadísticas. Participaron de la elaboración, como comentaristas, Marcos Altamirano, Manuel Mora y Araujo, Guillermo Jaim Etcheverry, Juan Manzur, Héctor Huergo, Rogelio Frigerio e incluso Capitanich y Ferreres.
En la presentación del libro, Ferreres destacó que este trabajo financiado por el CFI fue editado “en tiempo récord” por la Librería La Paz y gracias al aporte de datos de más de 310 fuentes de información, como áreas de estadísticas de diferentes ministerios y organismos públicos, organizaciones nacionales e internacionales.
Consideró que esta publicación servirá para “tener una idea macroeconómica de Chaco respecto del país” y brindar continuidad política teniendo en cuenta que cuenta con 1.382 series de datos estadísticos, que forman parte de una infraestructura de análisis para que -al momento de tomar decisiones tanto del sector público como privado- “no se discutan cifras sino políticas”.
“Toda persona, institución o investigador puede disponer a esta información homogénea y actualizada para tomar decisiones o para interpretar la historia chaqueña”, resaltó Ferreres.
El economista Orlando Ferreres y la Lic. Marta Barros
presentando la obra en el Salón Obligado de la Casa
de Gobierno de la Provincia del Chaco.
 










 
 
 


miércoles, 22 de junio de 2011

PUEBLOS ORIGINARIOS DEL CHACO. PARTE II

Variedad de grupos étnicos.

Mapa jesuítico del Gran Chaco con la
ubicación de los pueblos originarios
en el S. XVIII

    Al momento en que los conquistadores españoles toman contacto con las culturas aborígenes del Chaco en el Siglo XVI se distinguen tres grupos étnicos o familias linguísticas: Guaycurú, Mataco-mataguayo y Lule-vilela. Los dos primeros son denominados “chaquenses típicos” y el tercer grupo  ocupaba sólo parcialmente el territorio chaqueño, y era ajeno cultural y racialmente a los primeros. Los lule-vilelas estaban vinculados a las culturas andinas, se ubicaban al sudoeste de la región chaqueña y llegaban hasta los territorios semimontañosos de Tucumán y Salta. Tampoco deben considerarse propiamente “chaquenses” los pueblos de las etnias “chané”, de origen amazónico, y “chiriguano”, de origen guaranítico, que se establecieron poco antes de la llegada de los españoles en la zona noroeste de la región.
     A la familia guaycurú pertenecen los Abipones, Tobas (quom), Pilagás, Mocobíes, Mbayás y Payaguás. Estas dos últimas etnias habitaban el Chaco paraguayo y al igual que los Abipones, se extinguieron hace mucho tiempo. A la familia Mataco-maccá o también denominada Mataco-mataguaya pertenecen los Matacos (wichis), Chorotis, Ashluslay, Maccás, Noctenes, Vejoces y Mataguayos.
      Los lule-vilelas constituyen un complejo étnico integrado por Tonocotés, Lules y Vilelas, a los que el antropólogo José Imbelloni agrega los Matarás, etnia que en la época de la conquista habitaba en las cercanías del Bermejo medio, junto a Concepción del Bermejo.

Ataque aborigen a una población española en el S. XVI


Entre luchas y migraciones.
     Los pueblos de la familia Guaycurú habitaron desde el comienzo de los tiempos históricos una amplia franja de territorio sobre la margen derecha de los ríos Paraná y Paraguay, desde el Río Pilcomayo hasta la ciudad de Santa Fe. Los conquistadores dieron a estos pueblos el nombre genérico de “Frentones” por la costumbre muy generalizada entre ellos de raparse la parte anterior de la cabeza dando la impresión de una amplia frente. El nombre “guaycurú” fue dado por los guaraníes a los Mbayás, generalizándose posteriormente a toda la familia lingüística.

     Tanto los Abipones como los Tobas y Mocobíes mostraron desde el Siglo XVII hasta el siglo siguiente una tendencia constante a la migración desde el Norte hacia el Sur de la región chaqueña. Recién desde 1750 con el estrechamiento de la zona que habitaban pasaron de un estado nómade a uno de mayor sedentarismo, según L. Kersten.
     Los Abipones están muy relacionados con la historia colonial de Santa Fe, Corrientes y Chaco. En 1750 los misioneros jesuitas fundaron con ellos la Reducción de San Fernando del Río Negro y en 1764 la de San Carlos o Rosario del Timbó cerca del Río Paraguay en el actual territorio de Formosa. Estas fundaciones limitaron el formidable carácter guerrero de estos pueblos y dieron un respiro a las ciudades coloniales del Litoral .

Jinete aborigen que ilustra la adopción
del caballo como arma de combate

El caballo los hace imbatibles.
    Entre los Siglos XVI y XVII los pueblos guaycurúes adoptan el caballo como arma de movilidad y de guerra, y saben utilizarlos mucho mejor que los españoles. Esto les permitió a los Abipones abandonar la ribera Norte del Bermejo inferior que era su hábitat originario y desplazarse velozmente hacia el sur, ocupando extensas zonas del Chaco, destruir a otras poblaciones indígenas y atacar a las poblaciones españolas de Corrientes, Santa Fe, Santiago del Estero y Córdoba. Algo similar ocurrió con los Mocobíes, pueblo que estaba situado al oeste de los Abipones ocupando el centro del Chaco. Cuando adoptaron el caballo participaron con otros aborígenes en el ataque y destrucción  de algunas poblaciones españolas. A principios del Siglo XVIII, al ser empujados por los españoles se corrieron hacia el Sur, llegando en sus ataques a la ciudad de Santa Fe. Al Sur de esa ciudad algunas tribus Mocobíes fueron reducidas por el misionero Jesuita Florián Paucke en la localidad de San Javier, quien nos dejó una completa descripción de este pueblo acompañada de ilustrativos dibujos.
     Los Tobas, por su parte, ocuparon primeramente todo el actual territorio de Formosa llegando hasta el territorio ocupados por los Chiriguanos en Salta. Empujados por los Matacos hacia el Siglo XVIII se corrieron hacia el Chaco Oriental desplazándose al Norte y Sur del mismo. Al convertirse en nómades montados se dedicaron a atacar a las poblaciones españolas y hasta lograron poner en jaque a las poblaciones santafesinas ya entrado el Siglo XIX.

    La mayoría de las expediciones de castigo que enviaron los españoles al interior del Chaco fueron derrotadas o regresaron sin obtener resultado alguno por la mayor velocidad de desplazamiento y mejor conocimiento del terreno por parte de las tribus guerreras de la región.

Mujeres Maccá del Chaco Paraguayo

    Los otros pueblos originarios del Chaco, aunque también defendieron su hábitat ante la penetración hispánica y luego ante la ocupación criolla, no alcanzaron el protagonismo bélico de los mencionados más arriba, ya sea porque su “ethos” guerrero era menos acentuado o porque no adoptaron en forma tan predominante el caballo para sus desplazamientos.

Un complejo entramado de pueblos.
    Los Pilagás ocuparon la parte central del territorio comprendido entre los Río Pilcomayo y bermejo y allí se mantuvieron por varios siglos. Habitaban principalmente en la región anegadiza del Estero Patiño hasta ocupar los terrenos que después fueron atravesados por el Ferrocarril  que une Formosa con Embarcación en Salta. Algunos desprendimientos de este pueblo cruzaron en ciertas épocas el Bermejo y llegaron hasta Juan José Castelli, Pampa del Indio y pampa Chica en el Chaco.

Tatuaje corporal de un cacique Mocobi
según Florián Paucke (S.XVIII)
      De la familia lingüística Mataco-Maccá, los Mataguayos habitaban en la época hispánica, según el antropólogo Antonio Serrano, las tierras comprendidas al sur del Bermejo Superior hasta los 64º de Longitud Oeste en territorio salteño. Los Matacos propiamente dichos o Wichis, como se los denomina actualmente, ocupaban la margen izquierda del Bermejo Medio, y desde allí ocuparon la margen derecha de este río y se desplazaron  al Norte hasta el Río Pilcomayo.
    Del complejo Lule-vilela-tonocoté, nos interesan los Tonocotés y Vilelas que son los que ingresaron en la región chaqueña. Los pueblos de la etnia Matará fueron considerados Tonocotés y habitaron las riberas del Bermejo Medio entre los Siglos XVI y XVII. Con ellos los vecinos de Concepción del Bermejo fundaron varias reducciones por ser hábiles agricultores y en parte los llevaron en su fuga a Corrientes cuando tuvieron que abandonar la ciudad. Su procedencia parece ser claramente amazónica, pues la antropóloga B. Susnik los considera emparentados con los Xarayes del Alto paraguay. En cuanto a los Vilelas se encontraban ocupando el interior del Chaco Occidental al entrar en contacto con los españoles y empujados por éstos se establecieron en el Chaco Oriental, donde algunas tribus acordaron con los franciscanos la fundación de la reducción de San Buenaventura del Monte Alto. Posteriormente participaron en algunos ataques a la naciente Colonia Resistencia hasta que fueron ubicados en terrenos cerca de Antequera y el actual Puerto Vilelas.
    De este rico y denso mosaico de pueblos que habitaron el Chaco, se mantienen hoy en nuestra Provincia los Quom, Wichis y Mocobí, que atesoran una tradición milenaria en su cultura y a través de sus organizaciones y entidades culturales buscan difundir y hacer perdurable ese legado ancestral.

FUENTES CONSULTADAS:
CANALS FRAU, Salvador. Poblaciones indígenas de la Argentina. Buenos Aires, Sudamericana, 1973.
DOBRIZHOFFER, Martín, S. J. Historia de los Abipones. Resistencia, Facultad de Humanidades,  U. N.N.E., 1968.

Tipos abipones según el P. Martín Dobrizhoffer
(S. XVIII)

KERSTEN, Ludwig. Las tribus indígenas del Gran Chaco hasta fines del Siglo XVIII. Resistencia, Fac. de Humanidades, 1968.
MARTINEZ SARASOLA, Carlos. Nuestros paisanos los indios. Buenos Aires, Emecé, 1992.
MIRANDA, Guido. El paisaje chaqueño. Resistencia, Consejo General de Educación de la Provincia del Chaco, 1961.
MIRANDA BORELLI, José. Etnohistoria del Chaco. Resistencia, Región, 1978.
PAUCKE, Florian, S. J. Hacia allá y para acá. Una estada entre los indios mocovíes. (1749-1767) Tucumán, 1942/43.
SERRANO, Antonio. Los aborígenes argentinos. Buenos Aires, Nova, 1947.
SUSNIK, Branislava. Dimensiones migratorias y pautas culturales de los pueblos del Gran Chaco y su periferia. Resistencia, Instituto de Historia, Fac. de Humanidades, U.N.N.E., 1972.