miércoles, 24 de junio de 2020

NIÑEZ Y JUVENTUD DE MANUEL BELGRANO - Dr Marcos Altamirano

A 250 años de su nacimiento. Escribe: Marcos Altamirano (*)


El hogar de los Belgrano.

       Manuel Belgrano nació el 3 de Junio de 1770 en el hogar del inmigrante y comerciante italiano Domingo Belgrano Peri y de la criolla María Josefa González Casero, en la ciudad de Buenos Aires que pocos años después sería la capital del Virreinato del Río de la Plata.( Por este motivo, esta fecha fue instituida como El Día del Inmigrante Italiano por Ley Nacional 24.561 del 20 de Septiembre de 1995). Fue el cuarto hijo de una prolífica familia de trece vástagos, ocho varones y cinco mujeres, de los cuales dos murieron casi al nacer. Su padre era natural de Oneglia en La Liguria (Italia),  miembro de una antigua familia ennoblecida por hechos memorables de esa provincia que le permitían ostentar escudo heráldico y una educación esmerada. Estos atributos le permitieron insertarse y prosperar económicamente en una sociedad que ya comenzaba a ser una importante plaza comercial de esta parte de Sudamérica. Su madre pertenecía a una prestigiosa familia porteña, cuyos antepasados coloniales se radicaron en Santiago del Estero en el Siglo XVII, provenientes de España.
   
Ambos padres supieron brindar a su numerosa prole el ejemplo de su sólida constitución familiar, del trabajo honrado y de fe religiosa. Además proporcionaron a sus hijos la mejor educación que podía esperarse en aquella época en Buenos Aires. El padre de Manuel prestó señalados servicios militares y civiles a la corona, y estuvo entre los comerciantes que gestionaron la instalación del Consulado de Comercio para Buenos Aires. No imaginó Domingo Belgrano que muchos años después su hijo se destacaría como primer Secretario de la Institución. El ejemplo paterno y materno fue la primera escuela de virtudes morales y cívicas que habrían de acompañarlo en toda su carrera política y militar al servicio de su Patria.

Gral. Manuel Belgrano, nacido el 3 de Junio de 1770 y muerto el 20 de Junio de 1820

Sus hermanos.

    Casi todos sus hermanos varones participaron en el proceso revolucionario de Mayo, en funciones militares y eclesiásticas. Su hermano Domingo Estanislao abrazó el sacerdocio y fue canónigo de la Catedral de Buenos Aires. Hombre de gran ilustración, donó su biblioteca particular a la Biblioteca Pública de Buenos Aires.  Al morir Manuel en 1820 se hizo cargo de la educación de su hija  Mónica Manuela. Otro hermano, Miguel, fue un poeta de la Revolución y posteriormente designado Rector del Colegio de Ciencias Morales de Buenos Aires. Sus cinco hermanas dieron origen a familias de sólida constitución y una de ellas –María Josefa- , casada en España con un personaje vinculado a la nobleza y a la Corte en Madrid, posibilitó al joven Manuel la realización de sus estudios universitarios en la Península.

Sus primeros estudios.

    El niño Manuel cursó sus estudios de primeras letras en el Convento de la Orden de Santo Domingo en Buenos Aires, probablemente entre a778 y 1783. La familia Belgrano estaba estrechamente ligada a esta institución que era una de las pocas que poseía escuela elemental. Su maestro fue Fray José Zamborain, sacerdote virtuoso y meritorio que por más de veinte años se consagró a formar a la niñez. Esta primera educación y la personalidad de su maestro, dejaron en Belgrano huellas imborrables. A ella se debió la religiosidad que demostró toda su vida, su sentido de la pobreza, su desprendimiento y su desprecio por la ostentación,  por el lujo y por los honores. En estas escuelas se impartía enseñanza elemental, lectura, escritura y doctrina cristiana. Los alumnos terminaban sus estudios sabiendo leer y escribir correctamente. Como expresa el historiador Ovidio  Giménez: “Allí, en aquellos amplios patios del convento, bajo la atenta mirada de los padres dominicos habría transcurrido la primera infancia de Belgrano”. Y agrega que desde su niñez Manuel demostró cualidades no muy comunes en la mayoría de los niños de esa edad, despertando el interés de sus maestros.

Sus estudios secundarios.

      Desde los 14 años el joven Manuel asistió al Real Colegio de San Carlos o Real Convictorio Carolino de Buenos Aires. Era la institución más importante del Virreinato de nivel medio o como se llamaba entonces, de “estudios preparatorios” para la Universidad. Había sido fundado por el Virrey Vértiz en 1773 sobre la base del antiguo Colegio de San Ignacio de los jesuitas, y preparaba a los alumnos para los estudios superiores incluido el sacerdocio. Se cursaba Gramática Latina, Filosofía, Teología, Retórica y Metafísica. Era un plan de estudios de dos años y medio similar al plan de las escuelas españolas de entonces.
       El joven Belgrano asistió a este colegio desde 1784 y egresó de él en 1786. El profesor que lo acompañó todo el tiempo que estuvo en el Colegio de San Carlos fue el Presbítero Luis José Chorrarín, doctorado en Teología en la Universidad de Córdoba y uno de los mejores profesores de aquel instituto. Este sacerdote fue un formador de juventudes y un verdadero maestro de la generación de Mayo, pues gran parte de los dirigentes de ese movimiento fueron sus alumnos. Él mismo fue un revolucionario de la primera hora y fue el organizador y Director de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, fundada por la Primera Junta de Gobierno. Fue autor de la propuesta de incorporar el Sol incaico a nuestra bandera en 1818, completando así la obra de su ilustre discípulo..
     El 19 de Mayo de 1786 Manuel Belgrano completó sus estudios con el correspondiente examen ante un tribunal presidido por Juan Baltazar Maziel, uno de los más notables filósofos de la época en el Río de la Plata. Demostró –según sus examinadores- “Contracción al estudio, buen juicio y fuerte personalidad para asumir responsabilidades”. Tenía entonces sólo 16 años, y se abría para él el camino de los estudios universitarios en España, donde completaría su formación intelectual, para ocupar el alto y difícil puesto que el destino le tenía asignado para servir a la liberación de su Patria.

Resultado de imagen para Convento de Santo Domingo en Buenos Aires
Convento de Santo Domingo en Buenos Aires y Mausoleo de Manuel Belgrano que guardan sus restos, en el atrio del mismo.
(*) El autor es Miembro del Instituto Belgraniano del Chaco.y de la Junta de Estudios Históricos del Chaco.

MANUEL BELGRANO Y LA EDUCACIÓN PÚBLICA - Con video

Escribe: MARCOS ALTAMIRANO (x) 

Uno de los aspectos sobresalientes de la obra revolucionaria desarrollada por Belgrano, aparte de su contribución eficaz en el campo militar y político, y como creador de nuestra enseña nacional, fue su incansable lucha a favor de la educación y sus iniciativas concretadas mediante diversas creaciones antes y después de la Revolución de Mayo.
Como Secretario del Consulado de Comercio expuso en las Memorias elevadas a las autoridades de esa institución virreinal, las ventajas que se obtendrían si se diera a la ilustración del pueblo la atención que el tema merece. Belgrano sostuvo enérgica e insistentemente que sin este requisito fundamental jamás tendríamos un país próspero en el campo del comercio, la industria y la actividad agrícola. Su pensamiento estaba en la línea de los pensadores españoles de esa época cuyas ideas había podido conocer mientras estuvo en Europa, como Campomanes y Jovellanos entre otros.

La enseñanza de las primeras letras

     Pero fundamentalmente su preocupación se orientaba hacia la educación del pueblo y al respecto sostuvo en una de sus Memorias al Consulado que había que crear escuelas gratuitas donde las familias humildes pudieran mandar a sus hijos sin tener que pagar nada por ello, y agregaba: “se les podrían dictar buenas máximas e inspirarles amor al trabajo, pues en el pueblo donde reina la ociosidad desde el comercio toma su lugar la miseria.” Belgrano comprendió cabalmente que la  educación constituye un instrumento imprescindible para el desarrollo económico y social y para la promoción de los sectores más postergados de la sociedad. Por ello recomendaba desde el periódico Correo de Comercio que fundó para difundir estos principios: “Pónganse escuelas de primeras letras costeadas por de los propios arbitrios de las ciudades y villas, en todas las parroquias de sus respectivas jurisdicciones, y muy particularmente en la campaña (…) Obliguen los jueces a los padres que manden sus hijos a la escuela por todos los medios que la prudencia es capaz de dictar.” Y en aquellos casos en que los padres no lo pudieran hacer, debía el Cabildo de cada ciudad tomar a su cargo el envío de los niños a las escuelas hasta completar su educación. Vemos aquí que Belgrano no sólo fue el primero en el país en bregar por la educación gratuita y obligatoria, sino en sostener la necesidad de la acción subsidiaria del Estado cuando las familias no pudieran cumplir con esa obligación.

La educación de la mujer.

      La preocupación de Belgrano por la enseñanza se extendió al fomento de la educación de la mujer, la enseñanza de los oficios y la educación para el comercio y la agricultura. Observando el abandono en que estaba la enseñanza destinada a las niñas se preguntaba: “¿Cómo formar las buenas costumbres y generalizarlas con uniformidad? Y agregaba: ”La naturaleza nos anuncia una mujer; muy pronto va a ser madre, y presentarnos conciudadanos en quienes debe inspirar las primeras ideas, y ¿qué ha de enseñarles si a ella nada le han enseñado?” Para remediar esta falta, propuso la creación de escuelas gratuitas para niñas, donde además de los principios de la doctrina cristiana se le enseñase a leer, escribir, coser, bordar, etc. Y se les inspirase el amor al trabajo “para separarlas de la ociosidad, tan perjudicial, o más en la mujer que en el hombre.” Consideraba el prócer que mediante la educación de la mujer no sólo se lograba su dignificación alejándola del vicio sino que también se mejorarían las costumbres a través del importante papel que las madres tenían en la formación de sus hijos y en la consolidación de la familia.

Escuelas de Comercio y de Agricultura.

     Consideraba Belgrano que la ciencia del comercio “no se reduce a comprar por diez y vender por veinte” y que sus principios son tan amplios que debían ser conocidos adecuadamente por aquellos que se dedicasen a esa actividad. Por ello y para formar el personal que tuviese a su cargo llevar adelante las transacciones, propuso la creación de escuelas de comercio donde los jóvenes aprendiesen los secretos de las matemáticas, de las operaciones contables, de las reglas de la navegación mercantil, del seguro, de la geografía económica, etc.
     Del mismo modo consideraba a la agricultura, otorgando a esta actividad una importancia fundamental en el desarrollo del país y lamentando el abandono de que la hacía objeto. Señalaba que por no mirarse a la agricultura “como un arte que tenga necesidad de estudio, de reflexiones o de reglas” los campos no eran productivos y por consiguiente los labradores se debatían en la pobreza y el atraso. Consideraba que una forma de subsanar esta situación era establecer escuelas de agricultura donde a los jóvenes labradores se les hiciese conocer “los principios generales de la vegetación y desenvoltura de las siembras”, a distinguir las especies de terrenos y el cultivo conveniente a cada uno, los abonos y el tiempo y razón para aplicarlos, el cuidado de los cultivos, el modo de recoger las cosechas, etc., etc.

Sus principales realizaciones educativas.

    Para poner en práctica estos principios Belgrano impulsó la creación de varias instituciones de enseñanza que fueron una verdadera avanzada para las concepciones educativas de su época. La primera fue la Escuela de Náutica para la formación de pilotos de naves mercantes y para fomentar el estudio de la ciencia náutica, brindando al mismo tiempo una carrera lucrativa para los jóvenes. Esta institución fue inaugurada el 25 de octubre de 1799 y Belgrano fue el autor de sus estatutos.
   Otra de las creaciones educativas del prócer fue la Escuela de Dibujo. Para comprender mejor la importancia que este estudio tenía para toda profesión y oficio, debemos recordar que en aquella época se carecía de los beneficios de la fotografía, así que todo conocimiento y enseñanza sólo podía ser ilustrado por el dibujo. Así lo manifestó Belgrano en una de sus memorias al Consulado, detallando cuál era la aplicación de este arte a cada una de las profesiones, desde el artesano hasta el filósofo. Esta escuela con el auspicio de Belgrano fue creada por el Consulado e inaugurada el 29 de Mayo de 1799. 
Tanto la Academia de Náutica como la Escuela de Dibujo no tuvieron continuidad por cuanto los funcionarios de la Corona Española encargados de dar su autorización ordenaron su cierre por “que más bien servían para adorno y lujo que no para su ilustración”. De este modo la burocracia peninsular desautorizaba una iniciativa que anticipaba revolucionariamente las concepciones educativas que recién se impondrían en nuestro país en las últimas décadas del siglo XIX.
     A estas creaciones debemos agregar la Escuela Militar de Matemáticas creada por la Primera Junta por iniciativa del Vocal Manuel Belgrano y puesta bajo su protección, inaugurada el 12 de septiembre de 1810.
Hemos señalado sólo algunas de las numerosas iniciativas y acciones de Belgrano en el campo de la educación, pero que son suficientes para mostrar con qué clarividencia su pensamiento se anticipó a su época y con qué justicia merece que lo consideremos el precursor y primer realizador de la educación pública en nuestro país.
                                                                               
(x) El autor es Miembro del Instituto Belgraniano del Chaco y de la Junta de Estudios Históricos del Chaco.





domingo, 22 de julio de 2018

OTORGAMIENTO DEL DOCTORADO HONORIS CAUSA DE LA U.N.N.E.

La Universidad Nacional del Nordeste otorga el Doctorado Honoris Causa al Prof. Marcos Antonio Altamirano.


De acuerdo con lo solicitado por la Facultad de Humanidades, el Consejo Superior de la Universidad Nacional del Nordeste otorgó el Título de Doctor Honoris Causa al Profesor Marcos Antonio Altamirano, por Resolución Nro. 277 del 25 de Abril de 2018. El texto de dicha Resolución es el siguiente:
"VISTO:
              El Expte. Nro, 28-04301/17 por el cual la Facultad de Humanidades eleva la Resolución Nro. 006/18 C.D.; y

CONSIDERANDO:
                                Que por la misma solicita el otorgamiento del Título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional del Nordeste al Prof. Marcos Antonio ALTAMIRANO;

                   Que el Prof. Altamirano egresó como Profesor en Historia en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste, en el año 1965;

                                 Que asimismo posee una vasta trayectoria en investigación referida a la Historia del Chaco, destacándose entre sus producciones la obra denominada "Historia del Chaco" (1a. Edic. Resistencia, Dione, 1987, 2a. Edic. Actualizada, Resistencia, Cosmos Editorial, 1994.) En la misma aborda la historia regional desde las poblaciones originarias, desarrollando también el período de dominación colonial, independiente o nacional hasta los tiempos recientes, con rigor científico, fuentes de primera mano, análisis críticos pertinentes y amena redacción. Su libro a acompañado a generaciones de estudiosos e interesados en el devenir histórico chaqueño y ha sido utilizado por alumnos de los distintos niveles de enseñanza;

                                 Que se ha preocupado por abordajes historiográficos diversos, producto de dicho interés ha publicado: Misión Nueva Pompeya (1996), La Provincialización el Chaco (2001), La Colonización de Resistencia (2006), Historia de la Isla del Cerrito (2010) y su último libro: El Sol de la Independencia, con la cronología histórica de la Bandera Argentina (2016);

                                  Que ha realizado aportes a la Enseñanza de la Historia Regional y chaqueña en particular, publicando: "Metodología de la enseñanza de la Historia", "La enseñanza de la Historia del Chaco" en los programas de la escuela secundaria, e "Historia del Chaco", para la escuela primaria, entre otros temas;

                                 Que se ha desempeñado como docente en diversas instituciones educativas de los niveles secundario y terciario de la Provincia del Chaco y ha participado y dictado cursos en la Universidad Nacional del Nordeste y en otras instituciones educativas;

                                     Que la trayectoria del Profesor Altamirano ha sido destacada con la Distinción Honorífica y medalla de Plata de la Provincia del Chaco por la divulgación de la Historia de la Provincia con motivo del Centenario de la creación de la Gobernación del Chaco en 1872;

                               Que además es miembro de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), miembro de número de la Junta de Estudios Históricos del Chaco, miembro del Instituto Belgraniano, entre otras instituciones de características culturales;

                                  Que cumplió funciones en diversos cargos de gestión en el ámbito del Ministerio de Educación de la Provincia del Chaco, integró jurados y comisiones oficiales;

                                            Que sus estudios históricos han contribuido a la reflexión y han aportado nuevas fuentes y testimonios desconocidos sobre diversas temáticas de la Historia del Chaco y han contribuido al conocimiento y divulgación de la misma, no solo a través de publicaciones sino también de los medios de comunicación local, regional y nacional, constituyéndose en un referente de la historia provincial;

                                         Que en atención a las consideraciones expuestas, la Comisión de Enseñanza y Planes de Estudio aconseja el otorgamiento del título de Doctor Honoris Causa al Profesor Marcos Antonio ALTAMIRANO;

                                          Lo establecido en el art. 19 inc. 24) del Estatuto Universitario;

                                         Lo aprobado en sesión de la fecha;

                                                               EL CONSEJO SUPERIOR
                                         DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE
                                                                           RESUELVE:

Artículo 1 - Otorgar el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional del Nordeste, al Prof. Marcos Antonio ALTAMIRANO.

Artículo 2 - Regístrese, comuníquese y archívese.

CRA. MABEL O. YANDA                          PROF. MARÍA DELFINA VEIRAVÉ
SEC. GRAL. DE PLANEAMIENTO                                 RECTORA
                                         





                 

     
                                   
       
                             


sábado, 2 de junio de 2018

EL IMPENETRABLE EN LA HISTORIA Y EN LA LEYENDA



Por: Marcos A. Altamirano
Conferencia inaugural del II Congreso de Historia del Chaco. J. J. Castelli.
22/5/2018

Introducción.
    La subregión de El Impenetrable chaqueño, extensa superficie boscosa de unos 35 a 40 mil kilómetros cuadrados, ha ganado en los últimos años un espacio importante en los medios periodísticos nacionales e internacionales. Se ha destacado su riqueza fitogeográfica y faunística, y su potencialidad como recurso turístico a partir del Parque Nacional “El Impenetrable” en la zona del interfluvio de los ríos Teuco y Bermejito. Esto es muy positivo y hay que destacarlo, pero esta publicidad y este conocimiento del gran público sobre una región que había permanecido casi al margen de las políticas públicas, tiene una falencia que debo señalar porque nos atañe directamente como estudiosos de nuestra historia.
Mapa jesuítico del Siglo XVIII donde se ubica
a  la región del Chaco.
     Me refiero a la ausencia de referencias históricas en esta promoción, como si esta región hubiera estado en el pasado ajena al devenir histórico en el proceso de  conquista y poblamiento del territorio chaqueño. Me pareció importante inaugurar este Congreso que se realiza en las puertas del Impenetrable, en esta hermosa y progresista ciudad de Juan José Castelli, destacando este hecho para convocarlos a todos a ustedes a fijar su atención en esta subregión de nuestro Chaco.
     Contrariamente a lo arriba señalado, El Impenetrable fue durante siglos el teatro de innumerables acontecimientos muy relevantes de los cuales han quedado testimonios documentales y arqueológicos que permanentemente convoca a los historiadores a su estudio e investigación.

El nombre del Chaco.
     Sabemos que nuestra región fue poblada por pueblos originarios pertenecientes a diversos grupos raciales, hace miles de años. Tanto desde la región andina como de la región amazónica y del sur pampeano, confluyeron a la región chaqueña pueblos de distintos tipos raciales. Entre ellos ocuparon nuestra región procedente del sur, los pámpidos o patagónidos, de recia contextura física y con una economía de grandes cazadores y guerreros. A esta corriente migratoria pertenecían los pueblos de la gran familia lingüística y étnica Guaycurú, integrada por Tobas, Mocovíes, Abipones, Pilagáes, Mbayaes y Payaguáes. Los representantes de este grupo linguístico son nuestros hermanos qom y moqoit o mocobí que habitan el territorio provincial. También penetraron al Chaco pueblos de origen amazónido, representados hoy el pueblo wichí, en su gran mayoría habitante de El Impenetrable.
    Esto explica la gran variedad de pueblos y etnias que encontraron los conquistadores españoles cuando penetraron en la región chaqueña desde las ciudades fundadas en la Provincia del Tucumán, desde el Oeste, y desde la ciudad de Asunción desde el Este. Esta diversidad originó la enorme cantidad de denominaciones aplicadas a los pueblos con los cuales entraron en contacto.


Arcabucero español del Siglo
XVI que integró la expediciones
conquistadoras en América.
    Los encomenderos ubicados en las cercanías de la ciudad de Jujuy, a fines del siglo XVI informaban que una parte de los aborígenes bajo su mando acudían periódicamente a una región boscosa situada al Este a la que denominaban “chacu”,  nombre de origen quichua de un sistema de cacería heredado de los pueblos que habían estado antaño bajo el dominio incaico. Estas jornadas de caza y de grandes fiestas convocaban a numerosas parcialidades indígenas que acudían desde los lugares más remotos de esa región boscosa. Por ello, varios cronistas como Pedro Lozano, Joaquín Camaño y José Jolís, señalaron que el nombre “Chaco”, con que se designaba a una región situada en el Alto Bermejo, significaba “Junta de Naciones”. Los conquistadores españoles del Tucumán, a medida que avanzaban en sus exploraciones y por desconocimiento de los límites exactos que abarcaba tal denominación, comenzaron a designar con ese nombre a una región cada vez más amplia y extensa, a falta de otro topónimo. Así el nombre “Chaco” o “Gran Chaco” comenzó a designar a toda una vasta región bañada por los ríos Bermejo y Pilcomayo. Ese es el nombre con que aparece en los mapas de los siglos XVII y XVIII, a la que se acompañó el topónimo “Gualamba”, nombre de misteriosa significación, pero que el antropólogo Antonio Serrano atribuye a un gentilicio del idioma lule-tonocoté, aplicado a un pueblo indígena situado junto al Alto Bermejo denominado en los documentos del siglo XVI los: “Chacogualambas”, con el significado de “gente del Chaco”. De este modo, el Impenetrable que originariamente abarcó una región muy extensa y que en algunos mapas del siglo XVIII aparece con el nombre de “Bosques Impenetrables”, se integró a una denominación genérica que abarcó un territorio inmenso que actualmente está repartido entre Argentina, Paraguay y Bolivia. Territorio que sirvió de refugio a numerosas naciones indígenas a medida que avanzaba la conquista, y desde donde –abroquelados en la profundidad de sus montes- resistieron durante más de tres siglos a la penetración y el dominio del hombre blanco.

La primera ciudad chaqueña.
Representación de la entrada de Alonso de Vera
al territorio chaqueño para fundar Concepción del
Bermejo.
    El asentamiento de los conquistadores hispano-criollos en el interior del Chaco se inició cuando el 14 de abril de 1585 Alonso de Vera fundó al sur del Río Bermejo y a unas 30 leguas de su desembocadura en el Río Paraguay, la ciudad de Concepción de Nuestra Señora o Concepción de la Buena Esperanza o Concepción del Bermejo. Llevó a cabo esta fundación acompañado de 135 arcabuceros, y una numerosa tropa de ganado vacuno y caballar que partió de Asunción a mediados de Marzo. Con estos recursos debió enfrentar a la dura oposición de las tribus guaycurúes que le salieron al cruce y lo obligaron a librar tres reñidos combates antes de llegar al sitio elegido para fundar a la ciudad.


     No era la primera vez que los conquistadores de Asunción del Paraguay se lanzaban a la exploración y conquista del Chaco en busca de la Sierra de la Plata. Pero las enormes dificultades que planteaba la empresa de llegar al territorio de los Charcas en el Alto Perú, les hizo comprender que era necesario conquistar y ocupar la región chaqueña para abrir un camino hacia las ciudades del Tucumán y de allí facilitar el tránsito hacia el Perú de personas y mercaderías.
Retrato de Hernando Arias de Saavedra
(Hernandarias), Primer Alcalde de Concepción
del Bermejo.
     La posición de la ciudad de Concepción del Bermejo en el corazón del Chaco y muy próxima al Río Bermejo era para esa época inmejorable. Significaba un punto de enlace entre el Litoral y la Provincia del Tucumán. Los caminos que unían a Asunción con las ciudades de Santiago del Estero, Salta y Jujuy atravesaban la subregión que hoy conocemos con el nombre de El Impenetrable, que era entonces mucho más extensa que actualmente y abarcaba casi toda la región boscosa del Chaco. En la cartografía de la época aparece en algunos casos indicada la leyenda: “Bosques impenetrables”, lo que al ser repetido por los expedicionarios en sus informes terminó designando a una zona más restringida de la región chaqueña.
    Pero la fundación de esta ciudad originó un largo pleito por la posesión del territorio chaqueño entre los conquistadores del Tucumán y del Paraguay. Mientras se resolvía el litigio la Corona resolvió que provisoriamente permaneciese bajo la jurisdicción de Asunción para asegurar su subsistencia. Esto le permitió a Concepción progresar económicamente con la producción de maíz, algodón, lienzos, cera y cáñamo, y con una población de 100 vecinos y más de 1.000 aborígenes encomendados en las encomiendas de Matará, Guácara, Matalá y Hohomas. De estas encomiendas, Guácara había sido fundada en 1584 (cuya ruinas se encuentran en Pampa Tolosa, cerca de Tres Isletas) por vecinos de la ciudad de Esteco, y era uno de los fundamentos del reclamo de los conquistadores del Tucumán.
Vasija hispano-indígena encontrada en las
Ruinas del Km. 75 
     Sin embargo la resistencia aborigen permaneció muy intensa y en varias ocasiones en esos años las tribus guerreras intentaron destruir la ciudad y expulsar a sus habitantes, aunque se estrellaron con la tenaz defensa de sus habitantes. En 1617 el Rey Felipe III resolvió el pleito por el Chaco de manera salomónica. No otorgó a ninguna de las dos partes la posesión de la ciudad, sino que por una Real Cédula dividió a la Gobernación del Río de la Plata en dos: la Gobernación del Paraguay con capital en Asunción y la Gobernación del Río de la Plata con capital en Buenos Aires, adjudicando a esta última gobernación la ciudad de Concepción del Bermejo. Con su capital a más de mil kilómetros, no tardó esta ciudad en sufrir los efectos del aislamiento y el proceso de su decadencia.

Excavación en las Ruinas del Km. 75 por
la Facultad de Humanidades de la UNNE
     Otro factor se sumó al anterior para producir su rápida caída: la publicación en 1612 de las célebres Ordenanzas de Alfaro que prohibían el sistema de encomiendas y el servicio personal de los aborígenes. Esto fue fatal para Concepción que dependía para su subsistencia y comercio, del trabajo de sus encomiendas. No tardaron los aborígenes de la zona de advertir esta debilidad y después de una serie de levantamientos, lograron destruir en 1631 la encomienda de Matará, obligando a los vecinos de Concepción a abandonar la ciudad en 1632 y a refugiarse en Corrientes.

La Paz de La Cangayé.
  Otras ciudades fundadas por conquistadores de la Provincia del Túcumán en la frontera del Chaco con esta provincia fueron Talavera de Esteco, fundada y trasladada dos veces entre 1567 y 1592, y Santiago de Guadalcázar sobre el Alto Bermejo al Norte de Jujuy en 1626. Ambas ciudades fronterizas con el Chaco sufrieron la misma suerte que Concepción del Bermejo.
Aborígenes Abipones que en alianza con otras tribus
produjeron el abandono de Concepción del Bermejo.
   A partir de allí el Chaco fue un territorio inconquistado por los españoles. Las tribus guerreras de la región hicieron frente a las numerosas expediciones que partieron desde la frontera del Tucumán y desde las ciudades del litoral con fines de conquista y castigo, en la mayoría de los casos sin éxito. Los aborígenes, que habían adoptado el caballo como una formidable arma de guerra después del despoblamiento de Concepción, tenían los montes impenetrables como escondrijo seguro y empleaban tácticas de combate desconocidas por los tercios hispano-criollos, que volvían a sus ciudades de origen totalmente agotados y desmoralizados, cuando no derrotados. Sólo armados con su abnegación y espíritu apostólico, los misioneros de distintas órdenes religiosas lograron internarse en el territorio, tomar contacto con los aborígenes y penetrar en sus dominios, pero en muchos casos con el sacrificio de sus vidas. Este período de cruentas guerras y de continuo asedio a las ciudades fronterizas se prolongó desde mediados del siglo XVII hasta fines del siglo XVIII. Y en este largo período, la zona más inaccesible para la penetración del hombre blanco fue la que hoy conocemos con el nombre de El Impenetrable, pese a los repetidos intentos de penetrar en su interior por parte de los tercios y las milicias hispánicas. A mi juicio, es en esta etapa en que el nombre de esta subregión del Chaco se consolidó para la posteridad. No sólo por la espesura de sus montes y la casi total ausencia de agua, sino también por la imposibilidad internarse en la región y de doblegar la resistencia de sus habitantes.

Jerónimo Matorras, Gobernador del Tucumán
que organizó la Expedición Pacificadora al
interior del Chaco.
     Fue el Gobernador del Tucumán, Jerónimo Matorras quien en la segunda mitad del Siglo XVIII comprendió la necesidad de llegar a un acuerdo pacífico con las tribus del Chaco y con sus caudillos indígenas. En el año 1774 organizó una numerosa y bien equipada expedición “pacificadora” al interior del Gran Chaco Gualamba con la finalidad de concertar tratados con las tribus del interior del territorio, en especial con el célebre cacique mocobí “Paykin”, caudillo que reunía en torno a su jefatura a numerosos caciques menores y a unos 7.000 aborígenes.
     Entre los objetivos de esta empresa estaban: el sometimiento pacífico de las tribus, la apertura de un camino a través del Chaco en dirección al Litoral, la fundación de reducciones para la acción evangelizadora y llevar la tranquilidad a las ciudades fronterizas. El encuentro de Matorras y Paykin se produjo el 20 de Julio de 1744 en el paraje La Cangayé ( laguna traga-gente) lugar estratégico y legendario situado en el centro del Gran Chaco Gualamba y punto de reunión de numerosas tribus. A este lugar, que se encuentra en las proximidades del Río Bermejito y cerca de la confluencia con el Teuco, lo tuvieron como objetivo numerosas expediciones hispánicas, pero ninguna logró posesionarse del paraje.
       Matorras reconoció como “Perpetuo Cacique” de las tribus del Chaco al cacique Paykin con el título de Primer Caporal del Chaco, entregándole además un bastón de mando finamente labrado y con puño de oro como símbolo de su poder. En el tratado de paz que se celebró el día 29 de Julio se reconocía el señorío de las naciones aborígenes sobre los territorios que ocupaban, por haber sido de sus antepasados y por ser su ámbito natural, fuentes de recursos alimenticios y de abrigo. Se reconoció a los aborígenes su condición de seres libres, no sujetos a esclavitud ni a encomienda, y el derecho a pedir la fundación de reduciones en los lugares que elijan y de pedir curas doctrineros. A cambio se comprometían a reconocer la soberanía del Monarca de España y a las autoridades españolas.
"La Paz Matorras-Paykin" cuadro del pintor salteño
Tomás Cabrera (1775)
     Este tratado conocido como “La Paz de La Cangayé” fue uno de los acontecimientos más importantes de la historia del Chaco en el siglo XVIII, por la personalidad de sus protagonistas, por las repercusiones que tuvo en las ciudades colindantes con el Chaco y por ser el punto de partida de una política de colonización que mereció la especial atención del monarca Carlos III de España, reflejada en una importante Real Cédula de 1777. Fue tal su repercusión que las ciudades fronterizas incluyeron en sus actas capitulares el texto del tratado, y dio origen al primer cuadro histórico de la Argentina pintado por el artista salteño Tomás Cabrera, que buscó reflejar con minuciosidad el lugar, los protagonistas y la grandiosidad del escenario donde este hecho tuvo lugar. Esta obra se encuentra en el Museo Histórico Nacional y fue reproducido por José León Pagano en su libro: El Arte de los Argentinos.

Mapa del navegante Emilio Castro Boedo de 1872
donde señala la ubicación de la Laguna de las Perlas.
La Leyenda de la Laguna de las Perlas.
    Desde el siglo XVI se creía firmemente entre los conquistadores españoles en la existencia de una misteriosa laguna en cuyo fondo crecía una ostra que producía finísimas perlas. Esta laguna se encontraba situada al sur del Río Bermejo en un lugar no muy preciso pero cerca de donde se fundó Concepción del Bermejo. Quien popularizó esta leyenda fue el sacerdote Martín del Barco Centenera, quien a fines del Siglo XVI escribió su famoso poema: “Argentina y la conquista del Río de la Plata”, del cual tomó el nombre nuestro país. Esta leyenda fue ratificada por historiadores posteriores, como Ruy Díaz de Guzmán y el jesuita Pedro Lozano, aunque negada por otros cronistas como José Jolís y Martín Dobrizhoffer. De todos modos tuvo amplia repercusión y su localización fue el objetivo de muchas expediciones al Chaco, como la de Jerónimo Matorras que logró ubicarla y la de Francisco Gabino Arias, que también la buscó por expresa orden del Rey Carlos III. Recién en el siglo XIX el explorador y científico Luis Jorge Fontana logró ubicar, estudiar y clasificar el molusco: “anadonta exótica” que producía dichas perlas, aunque de escaso valor. Aun en algunos mapas del Siglo XIX, como el de Emilio Castro Boedo, navegante del Bermejo de 1872, se encuentra señalada la famosa laguna centro de tan secular leyenda, y todavía se señalaba como referencia a esa legendaria laguna en los parte militares de las columnas expedicionarias que participaron en la Expedición Victorica de 1884.
                                                                                                      
                                                                                                     Misión Nueva Pompeya.
Misión Nueva Pompeya, fundada por los Padres Franciscanos
en 1899, declarada Monumento Histórico Nacional.
    Y para concluir, no podemos dejar de mencionar a otro hecho histórico muy importante ocurrido en pleno Impenetrable muy cerca de J. J. Castelli, y que tuvo como protagonistas a los misioneros franciscanos de “Propaganda Fide”  del Colegio San Diego de Salta y los aborígenes Wichí del Chaco Occidental. Estos misioneros, contando con la expresa autorización del Presidente Julio A. Roca, entraron al interior del Chaco en 1899 y fundaron bajo la dirección del Padre Bernabé Tambolleo la Reducción de Nueva Pompeya junto al antiguo cauce del Río Bermejo –hoy Río Bermejito- con los wichis del Chaco occidental. Lograron cumplir una valiosa obra educativa y social, sustrayendo a los aborígenes de la explotación que sufrían en los ingenios azucareros de Salta y enseñándoles las tareas de cultivo y diversos oficios, entre ellos la música. Su obra se extinguió en 1948 cuando murió el último misionero que la dirigió, Padre Eliseo Ceschi y la Misión quedó abandonada. El edificio de la Reducción se mantiene hoy como testimonio de aquella obra y fue declarado Monumento histórico Nacional. La población que surgió en el lugar constituye hoy un municipio del Departamento Gral. Guemes y cuenta con un total de 2.259 habitantes urbanos y 4.194 en la zona rural. La obra evangelizadora de los misioneros franciscanos fue continuada por una congregación de los Hermanos Maristas que tienen allí su sede. Nueva Pompeya está conectada con la cabecera departamental Juan José Castelli (a 185 kms.) mediante la Ruta Provincial Nro. 9. y es una de las localidades más importantes de las situadas en el interior del Impenetrable chaqueño.